martes, 28 de mayo de 2013

La chispa

La chispa era muy lista.
Iba saltando de persona en persona como una pulga revoltosa.

Le encantaba experimentar con los “encuentros” y jugaba a conectar neuronas, corazones e incluso energías.

Estos últimos asuntos eran la parte más problemática y más desagradecida para la chispa. Muchas veces tenía consecuencias terribles.
Y claro, cuando salía mal, los egoístas humanos le echaban siempre la culpa a la chispa.
Los humanos no sabían que para lo bueno y para lo malo, como en cualquier matrimonio, la chispa era necesaria.

La chispa también era maestra.
Escribía sus libros de texto en las páginas de la vida y la vida se lo agradecía repartiendo sorpresas.
Pero a los humanos tampoco les gustaban las sorpresas, por eso criticaban la alianza entre la chispa y la vida.
En general lo humanos criticaban todo.

La chispa vivía en un planeta interdimensional llamado Esperanza, nada que ver con la Aguirre, y mucho que ver con la creatividad y el amor.
Costaba un esfuerzo terrible llevar a los humanos a su planeta y cuando por fin lo lograba, muchos salían pitando sin dar explicaciones y encima se marchaban cabreados.

Y la chispa desesperada, hizo un último intento y abandonó su planeta, entrando en el de los humanos.

Y entonces se dio cuenta que fuera de Esperanza, la chispa, no era nadie.
Entonces, fue demasiado tarde para regresar.