Me desperté pensando que la fiesta todavía
podía estar en la boca de metro más cercana.
Pero mi número cayó de repente en una de
las caras infinitas del dado del universo.
En ese año recuerdo que todavía no había
tráfico aéreo de coches.
Y que ese año abandoné ese mundo sin
verlo.
Bueno, sin tocarlo.
Porque llegué a sentirlo desde el plano
astral 358-ese es el nombre que le puso el científico que lo descubrió-aunque
nunca trascendió, ni llegó a enterarse nadie.
Ya se sabe que estas cosas las esconden
las entidades que han ocupado el poder de la voluntad humana.
A estas alturas, en el dos mil cincuenta,
ya no tenemos bombas de neutrones y tanto la información como el conocimiento todavía
siguen siendo eso que llamamos libertad. Pero claro, eso implica un esfuerzo.
Y tu voluntad flaquea cuando te lo ponen
todo a un euro.
La facilidad, la comodidad y el consumo
epiléptico se han convertido en las auténticas armas de dominación
terrestre.
Hacen que simplemente no te de tiempo a
pensar.
Es mucho más eficiente para la empresa todopoderosa.
Nos pasamos toda la vida corriendo en
círculo y persiguiendo la zanahoria que nunca llegamos a alcanzar.
Miento.
La llegamos a alcanzar, pero se vuelve a
clonar en una zanahoria mejor.
Ahora que he vuelto a ser energía pura y
os hablo desde el plano 358-porque por fin se ha podido establecer una vía de
comunicación oculta interdimensional-puedo dirigirme a vosotros y decir:
¿estáis tontos o qué?